Tal vez sea una de las obras de arte que está más a la vista en Alcoy por sus grandes dimensiones y por su céntrica ubicación y, por el contrario, es una de las manifestaciones artísticas de gran formato que pasan más desapercibidas para los ciudadanos.
Se trata del panel de metal, un bajo relieve, que recorre la fachada principal del Hotel Reconquista a lo largo de 200 metros cuadrados, obra de José Gonzalvo Vives y que lleva por nombre ‘El Mural de la Reconquista’.
El escultor nacido en la localidad turolense de Rubielos de Mora en 1929 y fallecido en Valencia en 2010, a los 81 años, tuvo una intensa relación con Alcoy, dado que su esposa, Amparo Navarro, hija del doctor Damián Navarro, era alcoyana.
Precisamente su primera obra en la ciudad fue este mural en el que representa la batalla que se conmemora cada año en las Fiestas de Moros y Cristianos, precisamente con un moro y un cristiano como figuras centrales, encabezando sus respectivas tropas y escenas de la batalla en el centro con figuras a caballo. La obra data de 1967 y el boceto de la misma se puede ver en el MAF.
Con posterioridad, en 1973 realizó el busto del centenario del nacimiento del poeta Azorín, ubicado en la Placeta del Fossar y en 1983 otra de sus obras más emblemáticas: el monumento titulado ‘Alcoy a San Jorge’, ubicado en la Plaza de la Constitución, la popular Rosaleda, de 11 metros de altura.
También fue protagonista de una exposición monográfica de escultura en hierro organizada por la Asociación de San Jorge en el centenario del patronazgo en 1976 y en otra en 1990 también otra muestra dedicada al Patrón, en la que participó con un cuadro de San Jorge en técnica acrílica, además de realizar otras pequeñas obras a nivel más privado.
Tras formarse en la Academia de San Fernando de Madrid y en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde curiosamente recibió el premio extraordinario fin de carrera en pintura y obtuvo uno de los expedientes más brillantes de la historia de esta institución, decidió montar su estudio-taller en su Rubielos natal.
En el museo que hay en su localidad, en el antiguo convento de las Carmelitas, construido en 1610, se puede encontrar su abundante obra pictórica. Pero por lo que realmente es conocido Gonzalvo fue por la escultura, la que le dio una repercusión nacional y, en especial, por las grandes piezas elaboradas en hierro.
Junto a las obras que se pueden ver en Alcoy, también destacan el monumento dedicado a la Vaquilla de Teruel, la escultura de Alfonso II, el monumento dedicado a Goya en Barcelona y otros en su localidad natal de Fuendetodos, otro a la Guardia Civil en Úbeda, Jaén, a Joaquín Costa en Zaragoza o al nacimiento del río Tajo.
De su técnica destacar que utilizó durante gran parte de su trayectoria artística el hierro con el que forjaba y soldaba sus obras, con planos de gran limpieza y fuerza expresiva a través de la geometría. Se dedica también a la iconografía religiosa, pero sobre todo a grandes murales, con la figura humana como protagonista. La temática taurina es otra de sus favoritas.
También tiene obras en el extranjero como el Cristo de Taunustien en Alemania o cerca de Alcoy, el monumento a la manta en Bocairent, localidad con la que tuvo también cierta relación, al igual que con la población castellonense de Benasal
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Gonzalvo acondicionó su estudio en Rubielos y al tiempo compartió residencia entre éste y Valencia, puesto que la Comunidad Valenciana ha sido su tierra de adopción, teniendo numerosas obras suyas en plazas y rotondas.
Gonzalvo fue nombrado académico de la Real Academia San Carlos de Valencia, de la Real Academia de las Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, obtuvo precisamente la Cruz de San Jorge de la Diputación de Teruel, su máxima distinción, y del Gobierno de Aragón la medalla de San Jorge al mérito cultural.
Como se dice en un biografía consiguió ser profeta en dos tierras, la suya, Teruel, y la de adopción, la Comunidad Valenciana.