JUAN CARLOS FERRERO
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JUAN CARLOS FERRERO

De tenista a empresario.

 

Juan Carlos Ferrero nos recibe en la academia de tenis que lleva su nombre. Nos sentamos cerca de las pistas que vieron crecer a todo un campeón. Acaba de salir del fisio porque ha jugado un partido entero con uno de los pupilos que quizá en poco tiempo pueda seguir los pasos de un joven de Ontinyent que encontró en Villena su casa. Hablamos con él del pasado, el presente y el futuro.

 

Llevas ya 4 años retirado del circuito profesional, ¿echas de menos el tenis?

No, no lo echo de menos porque lo tengo aquí todos los días. Tener una academia de tenis implica estar involucrado. Hoy, por ejemplo, he jugado un partido entero con uno de los chicos. Muchas veces entreno con ellos y me meto en la pista para darles consejos y transmitirles un poco de la experiencia que yo tengo. Sí que es verdad que extraño estar en un torneo, sobre todo el momento de entrar en la pista y empezar a competir. Lo que no se echa tanto de menos son los viajes y las horas de entrenamiento, porque es un deporte que necesita mucho esfuerzo en tiempo y todo eso sumado es agobiante.
Llegaste a ser número uno del mundo del ránking de tenistas profesionales, has ganado 16 torneos, entre ellos Roland Garros y todo eso se consigue gracias a ese esfuerzo del que hablas.

Realmente al principio es muy ilusionante poder viajar y conocer todos los lugares de los torneos, como por ejemplo Australia, pero cuando llevas 10 u 11 años seguidos haciéndolo casi cada semana… Eso es lo que cansa, estar tanto tiempo fuera de casa, cumpliendo años lejos de la familia. Al final, esto te lleva a tomar una decisión y es una de las razones por la cual dejas la competición.

 

¿Estás satisfecho con todo lo que has hecho en tu carrera deportiva?

Uno siempre piensa que podía haber hecho más, si en aquel momento no hubiera pasado esto o lo otro… Me quedé con la espina de no haber ganado algún Roland Garros más. Estuve dos Roland Garros en semis con bastantes oportunidades de poder llegar a la final y no pudo ser. También la final que perdí con Albert Costa después de llegar con muchos problemas físicos. La segunda espina clavada fue el Másters que perdí en Shangai contra Lleyton Hewitt, al que llegué al quinto set con posibilidades de ganarlo. Siempre van a haber circunstancias que te puedan alejar de una cosa u otra, pero en todo momento di lo máximo.

 

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Vamos a olvidarnos un poco de los malos recuerdos y centrémonos en el joven de Ontinyent que empieza de cero y se decanta por el tenis.

De pequeño jugaba al tenis, al frontenis y al fútbol, como la mayoría de niños que a esas edades quieren hacerlo todo. Me gustaba mucho el fútbol, incluso más que el tenis, y me costó dejar de jugar, porque con 14 años estaba en el equipo de mi pueblo. Me encantaba el compañerismo de los deportes en equipo y en el tenis eres tú solo. Tenía sus ventajas y sus inconvenientes. El fútbol es bastante arriesgado y no podían ser compatibles ambos deportes. Con 13 años fui campeón de España de tenis y tuve que decidir, ya que estaba teniendo resultados importantes para la edad que tenía.

 

Precisamente ahora esta academia de tenis lleva tu nombre.

Sí. Mi entrenador tenía una pequeña academia aquí en un club muy cercano a estas instalaciones, pero creo que en ningún momento la idea fue montar algo como lo que tenemos ahora. Empecé con 16-17 años a ir bastante rápido para arriba y necesitaba entrenar en todo tipo de superficies debido al calendario tenístico. Se necesitaba una pista indoor y la pusimos. También una de hierba para Wimbledon. Poco a poco fuimos haciendo en la medida de lo posible. Luego me fue bien en el mundo del tenis y hubieron más posibilidades de ampliar. Tuvimos la idea fija de tener una de las mejores academias del mundo que, en estos momentos y por instalaciones, creo que lo es.

 

¿Qué es lo que tiene la Juan Carlos Ferrero – Equelite Sport Academy para tener ese reconocimiento a nivel internacional?

Es un sitio muy tranquilo para el que realmente quiera ser tenista profesional. Tiene todas las características para poder entrenar y además tiene residencia para quedarse aquí todo el año. Villena no es una ciudad en la que tengas las distracciones que puede tener un joven de 15, 16 o 17 años, que son edades difíciles en la que las hormonas están revoltosas. Ser tenista es sacrificado porque los jóvenes de hoy en día necesitan, de vez en cuando, esas distracciones que aquí intentamos controlar. Es una academia familiar en el que el trato es personal con cada jugador.

 

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No solo es una academia de tenis, sino que tiene más servicios, como por ejemplo el restaurante. ¿Es más duro ser tenista profesional o empresario?

Las dos facetas tienen su lado de dificultad. Ser tenista es muy sacrificado si estás entrenando y viajando sin parar. Ser empresario requiere estar pendiente de que las cosas vayan saliendo bien, de que los números sean correctos al final del año, de que la empresa sea rentable… Son cosas diferentes. Cuando eres tenista no estás tan preocupado de los números ni de ese tipo de distracciones, ya que te preocupas de que la pelota entre dentro o de no lesionarte. Yo vivo en la academia y paso un 80% de mi tiempo aquí, con lo cual los viajes no son tan a menudo y he podido aprender poco a poco el ser empresario.

 

Ahora que ya estás retirado, ¿sigues jugando alguna vez con los compañeros con los que te enfrentabas antes?

Ahora estoy jugando torneos del Champions Tour con gente que ha estado jugando conmigo, como Carlos Moyá, James Blake, Fernando González, Andy Roddick o Mark Philippoussis. Me llevo muy bien con ellos y competiremos entre nosotros, pero realmente es para pasarlo bien y matar el gusanillo de la competición. Vernos después de tanto tiempo está muy bien.

 

Al principio de la entrevista hemos recordado momentos más amargos, pero para acabar podrías contarnos algo más alegre. ¿Vas a hacer que tu hija de 2 años coja la raqueta?

Me gustaría que aprendiera. El estar aquí todos los días hace que vaya queriendo jugar. A partir del año que viene ya se le puede dar alguna clase. Por lo menos que aprenda. Competir ya es otra cosa. Sería raro que no aprendiera, pero mira por ejemplo André Agassi y su mujer Steffi Graff. Tienen dos hijos, una es bailarina de hip hop y el otro juega al béisbol. Entonces, ya veremos dentro de unos años. Ya decidirá ella.

 

Fotografías cortesía de LOAN Servicios Fotográficos.

 

 

0 0 4449 02 enero, 2017 Sin categoría enero 2, 2017

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